Mentir para sobrevivir blog

Por José A. Ciccone

Generalmente nos acordamos de ella cuando su contraparte, la injusticia, se hace presente y desgraciadamente parece que ésta está más de moda últimamente, aunque nunca fue bien aplicada. Pero vayamos por partes para tratar de entender un todo.

La justicia es un principio que no debemos eludir y que siempre deberá comandar a toda sociedad civilizada. Resulta fácil mencionarlo pero difícil de ejecutarlo en ocasiones donde vemos que jamás se ejerce o se soslaya deliberadamente con total liviandad por algunas personas y sin crear complejo alguno en ellos. Pero que no cunda el pánico, la historia nos dice que siempre fue así a través de los años en nuestra supuesta civilización y es tarea de la gente de buenos sentimientos, sabiduría, conocimientos y claridad mental, mantener, promover y hacer valer la justicia, demostrando ese sentido de equidad que necesitamos en cada acción de nuestras vidas, para seguir habitando este castigado Planeta Tierra en este difícil 2020.

En La República, de Platón, Sócrates, que para filosofar profundo en las cosas humanas se pintaba solo, comparaba los ciudadanos comunes a unos prisioneros encerrados en cuevas cuando decía: “sólo podrán ver sombras cambiantes en la pared, reflejos de objetos que nunca le serán perceptible”. Con seguridad, lo que quiso expresar con esta larga frase, es que para captar el significado de la justicia y la naturaleza de vida buena, hemos de elevarnos sobre los prejuicios y rutinas de la vida diaria.

Puede que no le faltara razón al filósofo, pero en los tiempos que vivimos, resulta insuficiente esa supuesta elevación del espíritu cuando las adversidades agobian a gran parte de la humanidad, agudizada a partir de esta pandemia que parece no alcanzar nunca su fin tan deseado por todos.

Por ejemplo hoy, en materia de justicia, ¿hacemos lo que debemos? Por poner sólo un par de casos, veo injusto en su demanda global, aunque necesaria, el llamamiento de “quédate en casa” de manera general, sin contemplar que no es lo mismo obedecer esta orden desde la comodidad de un confortable hogar de amplios espacios, con una recámara para cada habitante, jardín generoso en amplitud y automóviles a la puerta para cualquier emergencia, que para millones de familias que viven hacinadas en una vivienda, donde además de compartir lugares físicos escasos, cuentan con un sólo baño para toda una familia que, en ocasiones, supera los cuatro habitantes. Moran carentes de comodidades y con la necesidad imperiosa de salir a sus trabajos, utilizando transportes públicos y soportando climas extremos. Todo un vía crucis sólo para poder sobrevivir y ganar tiempo, hasta que aparezca la vacuna, y pueda parar la avanzada o rebrote implacable del maldito virus.

Carente de justicia resulta también ser testigos vivos en la andanada de información al respecto en algunos medios de noticias en todo el mundo -cuando es de nuestro México, duele más-, que no sólo se limitan a comunicar qué ocurre con este flagelo, porque una cosa es recomendar medidas necesarias, informando al detalle como prevenir y otra distinta es agregarle el ‘martilleo de cerebros’ con la misma noticia aumentada todos los días.

Parecen regodearse con el conteo de las cifras, sabiendo que la gente, además de aplicar los protocolos que le indiquen al pie de la letra para salir a la calle o a sus trabajos y cuidar de los suyos, no podrán hacer nada más para evitar que se siga propagando, o puedan frenar de un solo golpe el problema, como lo exige este serio y al parecer, recurrente mal sanitario que nos tocó enfrentar este año, que será inolvidable en el peor de los sentidos.

Sabemos que la fe es buena porque sirve para todo en la vida, claro está, pero si viene acompañada con una buena dosis en la aplicación de justicia, será infinitamente mejor, estoy seguro.

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