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LA MUJER Y SUS MÚLTIPLES ROLES

 
Por José A. Ciccone
 
Más allá de las tristes estadísticas que, año con año, muestran cifras elocuentes y espeluznantes en cuanto a maltrato y desaparición de mujeres en nuestro país y en el mundo, donde todavía no se prioriza el tema con la seriedad y celeridad que los hechos indican. Debo insistir que aún hay mucho que planear, realizar y lograr, para que la mujer alcance lugares preponderantes en cualquier actividad, exigiendo protección y respeto, tanto de la sociedad como de las autoridades, quienes todavía parecen no entender, o aceptar, que la violencia sigue imperando contra el género día con día, aunque haya trabajo de muchas instituciones que avanzan para detenerla. Otro reto sería comprender y valorar el verdadero rol e importancia que reviste su presencia en la vida cotidiana.
 
Lejos quedaron aquellas luchas de la primera ola del feminismo, que inició en Francia, allá por el año 1791, con la escritora, filósofa y política, Olympe de Gouges, al publicar la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Luego, todo aquel grupo famoso, que encabezaban mujeres valientes en un entorno desfavorable donde el hombre siempre tenía la última palabra -y la primera-, dejando relegado el mandato o decisión femenina, sólo en -algunos-, puntos del ámbito familiar o en tareas del hogar, exclusivamente.
 
Esas féminas que se agrupaban contra viento, hombres y marea, para avanzar en sus propósitos liberadores, -muchas de ellas vinculadas al abolicionismo-. Cuando corría el año 1848 en el Estado de Nueva York, la activista Jane Hunt organizó una reunión social donde hubo otras integrantes de suma importancia, que discutieron, entre otros tópicos de interés, el no derecho al voto de la mujer que por aquel entonces prevalecía en los Estados Unidos y el respeto irrestricto para el género, que no se daba. La invitación a ese evento abierto que incluía a los hombres que quisiesen acudir y que finalmente no fueron, fue entonces hasta el año 1919, ratificada en 1920, cuando la enmienda XIX a la constitución norteamericana otorgó poder político a las mujeres con derecho al voto.
 
En México, tampoco las féminas ‘cantaban mal las rancheras’, fue la escritora y política Duranguense Hermila Galindo Acosta, Forjadora de la Patria, en pleno y difícil periodo revolucionario, la que con su pluma, avidez periodística, inteligencia y firmes convicciones, peleó para tratar de consolidar los derechos de la mujer, en bregar incansablemente por la igualdad y justicia, de las que lejos estaban de conseguirlo, en esos años complicados. Fundadora de la revista “La Mujer Moderna” y autora del libro “La doctrina Carranza y el acercamiento indolatino”, esta mujer sufragista fue una innovadora y pertinaz luchadora en la defensa del género, una de las que promovió, junto a otras activistas y finalmente lograron, el voto femenino para México, con la reforma del artículo 34, en 1953.
 
En la otra punta de América, en Argentina, desde 1907 mujeres como Alicia Moreau de Justo, provocaban un movimiento en el género, que luchaba por los derechos de la mujer e impulsaba el voto femenino, aunque fue hasta el 11 de noviembre de 1951 cuando Eva Duarte de Perón, la disruptiva y contundente Evita, ya en débil condición física, firmó y logró que las mujeres tuvieran, por fin, voz y voto en las decisiones políticas del país.
 
Resulta incómodo y desconcertante que hoy, en pleno Siglo XXI, con una comunicación que transmite los acontecimientos y conocimientos al instante y una tecnología auxiliada por inteligencia artitficial, que nos permite auscultar datos, logros y avances del género, todavía se dude en cuanto a la capacidad de la mujer para obtener empleos estratégicos y de planeación, remunerados con igualdad incuestionable en los años que corren, donde la mitad del mundo que les pertenece sobradamente, sabe y valora sus conocimientos y sentido común, como función vital en el desarrollo de una sociedad que se precie de avanzada, sana y progresista. Ni siquiera me detengo a pensar qué sería de las familias sin su participación en el hogar, ese ámbito que manejan con pericia, paciencia infinita y coordinación para hacer, además, otras labores fuera de casa, estar empleadas y llegar a sus trabajos bien temprano, después de atender hijos y esposo, dejar todo más o menos ordenado y arreglarse con un toque femenino, según el caso. Una vida que a todas luces, no tiene nada de ideal y glamorosa, sí mucho de sacrificio y escasa recompensa.
 
En el caso de México, tomo como una buena noticia que las dos candidatas a la presidencia, de los partidos y alianzas mayoritarias para las elecciones de este próximo 2 de junio, sean las abanderadas que propongan líneas políticas y plataformas con visión femenina de futuro.  Seguramente veremos otros enfoques, más frescos y jóvenes, tanto  en el área tecnológica, como productiva; en el ámbito social, de seguridad y convivencia.
 
Como en la mayoría de los giros, desde el núcleo académico hasta los puestos políticos y de funciones públicas, pasando por los de orden administrativo, la creciente industria médica científica y el arte en cualquier manifestación cultural, la mujer avanza con decisión e inteligencia y cada día las demostraciones se multiplican. Hoy resulta común que en cualquier empresa, del rubro que sea, haya una mujer en puestos claves, aún en aquellas compañías Asiáticas donde sus culturas indican el papel secundario en que  ubican a la mujer, hasta ahí llega la fuerza incontenible y el talento de las mujeres para enfrentar cualquier reto, romper mitos, dar resultados y ofrecer soluciones creativas, porque una de las características más salientes del género, es su iniciativa y la innovación permanente que propone en cada una de sus activas participaciones.
 
Hay mucho que conmemorar este 8 de marzo, poco para celebrar.
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