Por José A. Ciccone
 
A estas alturas de la civilización, conocemos qué es un blog y para qué sirve, lo que no sabemos a ciencia cierta es a qué intereses oscuros responden algunos de ellos, cuando se trata de hacerle la vida difícil a los otros. Quizás sean los menos, como la parte mala de la humanidad, pero sí lo suficiente e incisivo para mover sentimientos adversos, crear conflictos, difamar y todo lo demás. Los autores de estos blogs de resentimientos virtuales, parece que carecen de un buen bote de basura a su lado, como los que todavía usan los escritores, donde van a parar una buena proporción de sus páginas que no conforman al autor, no son adeptos a la utilización del delete, esta versión avanzada y superada de aquel liquid paper que tanto errores enmendó; ellos incluyen cuanto se les ocurra y la primera impresión que dan es que nada bueno se les ocurre.
 
Son, de manera simultánea, connotados escritores, ensayistas, poetas, críticos de arte y editores. Estos blogs en cuestión manifiestan éxitos rutilantes sin ninguna medición comprobable, claro está, de miles o millones de lectores que los siguen y leen, sólo porque el contador automático y el dinero volcado al mismo lo dicen, adquieren importancia al permitir a otros simultáneos publicar en su singular espacio. Sorprende el nivel de violencia expresado en estos foros de dirección unipersonal.
 
Desde esos espacios, surgen de la nada críticos despiadados sin el menor conocimiento del objeto criticado, la emprenden por ejemplo contra un artista o deportista consagrado, al cual le costó mucho trabajo y sacrificado entrenamiento llegar hasta donde está; años de estudios en literatura, en escuelas de arte o conservatorios de música, para que mediante un blog-crítico destrocen su prestigio ganado, con acres comentarios sin sustento profesional que, por lo menos, garanticen objetividad, más el dominio de las distintas actividades culturales o deportivas y sus intérpretes. La molicie, el nihilismo y la falta completa de rigor en cualquier disciplina, aparecen a menudo como valores defendidos en miles de estos blogs en cualquier idioma, particularmente en el nuestro se agudizan más, o esa, es la mala percepción que nace seguramente, por la familiaridad y continuidad que practicamos el español.
 
Una de las grandes ventajas del antiguo género de redacción, en cuanto al contenido, era que pasaba un tiempo entre lo escrito e impreso, entre la carta y su recibimiento, lo que siempre daba al emisor tiempo para la sana reflexión, en cambio el blog de un resentido virtual, parece primero obedecer a la regla de publicar a como dé lugar, como una suerte de desesperación por ser escuchado sin importar demasiado lo que diga el mensaje; su contenido y dejar la reflexión quizás, para el mundo venidero; ayudados por esta inmediatez absurda de hoy, que parece habernos ganado la carrera cuando se trata de analizar bien la estructura de un contenido.
 
En tiempos de opresión, la prensa clandestina es la opción para transmitir lo que no se puede decir en público por temor a la represión. En la actualidad, en las democracias occidentales y en una época de libertad de expresión como pocas veces conoció la humanidad, esta clase de blogs funcionan exactamente al revés de todo: Utilizan las redes como un modo de eludir su responsabilidad, no de asumirla contra un poder supuestamente represivo. Es el juego inútil de no hacerse cargo de lo que se dice y no aceptar, de frente, asumir una opinión firme contra lo que sea. Ofician como un limbo sin responsabilidades ni consecuencias asumidas. La letra impresa en papel, paradójicamente, sigue siendo para estos cuestionados bloguistas, el mundo real, pues buena parte de ellos no se atreverían a firmar en un impreso la sarta de barbaridades que sueltan en las redes.
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