Por José A. Ciccone
Hoy, 22 de abril, se celebra o conmemora El Día de la Tierra, de este inmenso globo donde nos toca vivir y que hasta parece mentira que haya gente con dudas al respecto del mal que le estamos ocasionando a nuestro Planeta todos los días. Resulta dramáticamente paradójico que una pandemia como el Covid19, que deja muchos muertos en su paso lento e interminable, nos haya tenido que ayudar a limpiar el medioambiente, frenando tanta industria, tráfico y descuido de todos en el combate por preservar lo que todavía nos queda limpio flotando en el aire.
Hay ilusos que siguen debatiendo sobre el tema y cuestionan si es cierto o no que el mundo está sufriendo los embates de un claro desequilibrio ecológico, producto más de nuestro propio desequilibrio como humanos que de la generosa madre naturaleza.
En materia de comunicación, debemos ponernos de acuerdo para iniciar un plan mediático educativo donde los especialistas del tema interioricen al público sobre estos recurrentes problemas medioambientales e informen de manera responsable y precisa, qué medidas se deben tomar por parte de quienes nos gobiernan y cuál es el papel específico que cubrirán las empresas y el público en general en este cometido, en el entendido que todos somos responsables del posible éxito o fracaso de corregir el rumbo fallido que ha tomado nuestro ecosistema mundial.
Con mucha frecuencia y sin una mayor reflexión, culpamos de los problemas ambientales y sociales a los gobiernos de turno y las empresas. Pocas veces nos damos cuenta que si cada uno de nosotros hiciera lo que le corresponde, todos los días, muchas cosas podrían mejorar.
Escuchamos hablar, sobre convenios bilaterales, de mantener la biodiversidad, tratados de cooperación, organizaciones ecológicas, y programas ‘totalmente verdes’, sin embargo, la mayoría de las veces no conocemos en qué consisten todas esas cosas que se están haciendo por un mundo mejor. Generalmente, la ecología se presenta como algo ajeno a nuestra vida diaria y aparece asociada con grandes proyectos de los gobiernos junto a las ONG’s y con tantas otras cosas que los que no están directamente ligados al tema se sienten menos espectadores y en lugar de acercarse y colaborar, se dejan ganar por la indiferencia.
Por eso y para poder tener una conciencia verdadera acerca del medio ambiente, hace falta primero saber qué es la ecología y cuáles son sus objetivos. Esta palabra –ecología-, surgió con fuerza popular en la década de los años ochenta del siglo diecinueve, cuando el biólogo alemán Ernst H. Haeckel propuso llamar de esa manera a una nueva ciencia que estudiase las relaciones entre los seres vivos y el medio en que viven. Este hecho no es casual que coincida con la época en que la acción humana sobre los problemas ambientales comenzó a tomar proporciones notables con graves consecuencias que no han disminuido desde entonces. Los humanos ya se habían dado cuenta, que era tiempo de reparar el daño causado e impedir males futuros.
En los últimos años, el término ecología comenzó a circular por todos los rincones de nuestro planeta. La situación actual es poco menos que caótica y nuestra calidad de vida disminuye día
con día. Miles de especies animales y vegetales en todo el mundo, están en peligro de extinción, el agujero en la capa de ozono –vital para la salud humana- es cada vez mayor, aunque ahora parece algo contraído por la ‘ayuda’ de la pandemia. Contaminamos y no cuidamos el agua, la poca que nos queda y que en nuestra Tijuana especialmente, cuesta tantos kilómetros y dinero traerla.
Nuestra famosa línea internacional –la más transitada del mundo- y sus largas esperas para cruzarla, donde los automóviles vomitan humo todo el tiempo, que respiran bebés, niños y adultos sin excepciones, producto de la quema del aceite y gasolina de sus motores, si nos preguntamos ¿a quiénes creemos que perjudican estos gases contaminantes? La respuesta es a todos por igual! con absoluta y despiadada equidad nos enferman.
La ecología es todas esas grandes cosas, pero también es todo lo pequeño, lo de todos los días, lo que tenemos que hacer cada uno de nosotros en nuestra casa, en la escuela y la universidad, en la calle y el trabajo diario, lo que tenemos que enseñarle a las generaciones más jóvenes.
Mucho más allá de conflictos reales por la defensa de nuestro medio ambiente, hay algo que está claro a esta altura de nuestra civilización y es que las personas hemos degradado el sistema ecológico del Planeta, debido a nuestra ignorancia, dejadez, irresponsabilidad o ambiciones materiales. Somos los propios habitantes del mundo quienes debemos encontrar la solución a este creciente problema, es precisamente aquí donde la ecología, que es una ciencia natural, comienza a ocupar un papel fundamental. Pero sólo los discursos y manifestaciones de buenos deseos no alcanzan, es necesaria una actitud positiva y de respeto por la Tierra que habitamos.
El esfuerzo debe ser general y continuo, el mundo está abierto todos los días, no sale de vacaciones y necesita cuidado especial sin intermitencias. Lo dicho, el cuidado del medio ambiente es responsabilidad de todos y solamente nosotros podemos protegerlo y preservarlo para nuestras vidas actuales y las generaciones futuras.
Si no tenemos suficiente información al respecto, busquémosla pero nunca utilicemos de excusa que -no sabíamos qué estaba pasando-, aquí no hay mañana y las acciones se deben emprender hoy por el bien de todos. No importan los gobiernos en turno, mejor pensemos que es el turno de acciones concretas desde el lugar y la posición donde nos encontremos.