Por José A. Ciccone
A veces irrumpe sola, como una ola que humedece gratamente el cerebro, otras exige una concentración previa y en ocasiones se elabora lentamente, aunque haya que plasmar esa idea antes que se evapore. Siempre es necesaria, en cualquier época y aunque hoy te la pueden vender envasada vía internet, en algún app que fabrica con inteligencia artificial frases ingeniosas y salidas ocurrentes, nunca será igual si no sale de tu cabeza, tu impulso, tu convicción, tu corazón, tu cosquilleo y tus tripas.
La creatividad es la que forma nuestra identidad, ese universo mágico, esa salida exitosa o ese anticipo de la felicidad. En nuestra profesión, como en otros órdenes de la vida, con ella todo y sin ella nada; porque es el envión, el principio de un proyecto, la base genuina en que se apoya una intención de logro, un reconocimiento y una exitosa rúbrica comercial.
En mi estadística personal, cada vez que le pregunté a alguien: ¿Usted se siente o no una persona creativa? Unos me contestaron “pero yo soy abogado” u otros me dijeron ser médicos o ingenieros, entonces les recordé que en el fondo de cada persona hay un creativo latente, no es cierto que la creatividad es obra de unos pocos, quizás eso nos quisieron hacer creer. La creatividad se puede enfrentar, potenciar, practicar y desarrollar deliberadamente. Con vocación y voluntad, se deben aprender a elaborar estrategias para lograr resultados más creativos y mucho más seguido que lo habitual y -lo que resulta sorprendente-, en áreas diferentes a las que uno acostumbra transitar con asiduidad.
Encontraremos bibliografía orientadora al respecto, metodologías, técnicas y procesamientos mentales adaptables para facilitarnos la tarea de crear, desarrollar habilidades para descubrir, tácticas y tips diversos. Existe una batería plagada de recursos de distinta naturaleza que puede ser utilizada para hacer que la creatividad no ‘pase de noche’ y nos encuentre profundamente dormidos, soñando con crear.
Pongo como ejemplo breve el demostrar ser creativo en una empresa, donde nos exige tener en claro cómo funcionan los ámbitos en los que nos movemos. Hay contextos donde creatividad es sinónimo de “construyamos juntos” y otros donde creatividad significa “supe hacer las cosas para que me atribuyan el éxito”. Los ambientes más favorable para el desarrollo de la creatividad son aquellos en que precisamente las ideas se edifican.
Pueden estar compuestos por pares, jefes, outsiders, amigos o por quien fuera. Lo importante es que sean ambientes positivos, fuertemente
críticos, bien informados, proactivos. Con signos e intenciones evidentes de crecimiento del tipo que éste sea. No funciona si son ambientes meramente condescendientes, por el contrario, es bueno recordar que muchos ‘números uno’ carecen generalmente de interlocutores válidos, porque frecuentan contextos que agregan poco valor a sus propias iniciativas. A veces un determinado grupo de personas dentro de una empresa, constituyen el ambiente ideal.
Otras veces, no.
Lo que vale es que ofrezcan confianza, honestidad y no tengan ningún tipo de tentaciones o necesidad de apropiarse de la idea que uno plantea. Estos son componentes básicos para que la creatividad florezca sana y sea útil para todos.
Hay gente que no sabe ser constructiva en la búsqueda de ideas, que no está de acuerdo con esa premisa con la cual “las ideas nacen vulnerables y necesitan ir fortaleciéndose”, no aportan demasiado en la construcción creativa por su desbordante entusiasmo y falta de poder autocrítico, del que carecen hasta para juzgar sus propias ideas.
Recordemos que la creatividad provoca un sin fin de cosas, menos indiferencia. Para nadie es ajeno el inmenso mundo que puede y logra abarcar.