Por José A. Ciccone

El pasado 7 de junio, como cada año, recordamos que el periodismo forma a los hombres transmitiéndoles patrimonios culturales y contribuyendo a que tengan opiniones respecto a las creencias, actos de fe y aspiraciones. A pesar de las vicisitudes y atropellos que sufre el rubro, el poder de la prensa siempre irá más lejos, pues rompe el aislamiento, facilita la comunicación entre todos, libera las tensiones y compensa las frustraciones. Es una de las profesiones más emparentadas con la viva libertad de expresión humana.

 Los medios de información tienden, por su carácter permanente, a dirigirse al mayor número de público posible empleando, con este propósito, todos los recursos de las sofisticadas y modernas técnicas de cobertura, combinando redes sociales con otros tradicionales de largo alcance como la radio y la televisión abierta que captan audiencias masivas. Por penetrar en diversos estratos sociales -­aunque con predominancia en algunos de ellos- los medios necesitan divulgar noticias más variadas, que consigan atraer tanto a hombres como mujeres, a jóvenes y adultos, a científicos e intelectuales, burócratas, empleados y obreros, es decir, al grueso de la población.

Cada edición o emisión diariamente lanzada es como un escaparate en el cual se exponen asuntos que son susceptibles de agradar a la mayoría. Tradicionalmente, las principales funciones de los medios masivos son las de informar, persuadir, distraer y educar. Más no sería posible aislar cada una de esas finalidades, pues no existen entre ellas, barreras fijas y definidas.

Hoy se habla mucho de un anglicismo desconocido hace algunos años atrás y es el de ‘fake news’ promovido particularmente en medios digitales. Es bueno recordar que la credibilidad que genera cada medio en su información, es de su exclusiva cosecha y redacción, son las fuentes que ellos representan y deben responsabilizarse por ello. Existen aquellos que la tienen bien ganada a través de los años y otros que apenas comienzan a gestarla con la firme intención de proponer un cambio en el manejo de los contenidos. Es menester entonces que a los futuros reporteros y periodistas les brindemos el paradigma de una cuidadosa profesionalización acorde con los avanzados tiempos de comunicación en el que vivimos. Las improvisaciones, las bajas remuneraciones y el poco respeto a la profesión no tienen más cabida en un mundo como el de hoy que, -para bien o para mal-, está globalizado en variados rubros que transitamos a diario como la economía, conflictos, intereses y competencia.

No es sólo invitando conferencistas de otros lugares del país o el extranjero como se aprende, es aquí, dando talleres permanentes, es en el trabajo profesional diario, es con el ejemplo de la pericia y honradez con que se maneja una noticia, con la capacitación sin intermitencias, con una mejor recompensa a la labor, a las ganas y al profesionalismo demostrado.

Según el experto Jacques Kayser, “el contenido de toda nota periodística puede, en cuanto objetivo, ser clasificado en cuatro grupos de materias: a) las que provocan reflexión; b) las que causan sensación; c) las que proporcionan información; y d) las que ofrecen distracción”.

No es tarea sencilla realizar hoy en día una clasificación rígida de los asuntos que se transforman en notas, pero analizando someramente los principales medios de nuestra zona fronteriza, en cualquiera de sus formas que incluyen las ascendentes redes sociales y los medios de comunicación convencionales, concluiremos que éstos explotan más, o ponen más el acento en aquellos temas relacionados con el recurrente narcotráfico, crímenes, discriminación racial, inmigración, problemas sociales, igualdad de géneros e inseguridad, a excepción de estos meses de campañas donde el giro político imperó.

Las secciones o temas relacionados con otros rubros como deportes, arte, espectáculos, ciencias, turismo, literatura, industria médica y humor -aunque para algunos, no hay mucho de qué reírse-, son dejados avanzar por la propia inercia del público que los consume, sin mayores esfuerzos por parte de los que elaboran la información, porque siguen impactando el target buscado.

La opinión pública seguirá siendo una fuerza social vital, una energía que difunde mucho poder, vida y eficacia a las instituciones. Una información oportuna y bien tratada, divulgada con efectividad por los medios masivos, acerca de las decisiones de un gobierno y que conlleve un análisis sobre ellas, es la mejor forma de superar la apatía y la indiferencia de los ciudadanos. Al presentar noticias que amplíen los horizontes, el periodismo desarrolla el sentimiento de integración al grupo. Con un buen comentario puede evitarse la asfixia de los intereses de la comunidad y la restricción de las libertades individuales y de grupo.

 

 

 

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