La riqueza indiscutida que nos brinda el tiempo bien aprovechado, la tenemos todos por igual. La diferencia entre tener éxito o no, estriba en cómo utilicemos este tiempo. Hasta el talentoso y recordado Renato Leduc hablaba sobre la “sabia virtud de conocer el tiempo” y no se refería solamente a una cuestión cronológica, ni al acumulamiento de años y mucho menos a cambiar el modelo de reloj, o teléfono que uno utiliza para el fin.

“No puedo ahora”, “Tengo el tiempo contado”, “¿Por cuánto tiempo?”, “Si tienes un tiempecito”…

Muchas veces hemos oído estas expresiones relacionadas al aprovechamiento del tiempo en nuestro ámbito de trabajo, o al derroche del mismo. A veces pensamos que es sólo cuestión de emplear más el sentido común para que nuestras actividades diarias se vuelvan más productivas y placenteras, pero el problema requiere de algo más, es necesario utilizar herramientas de tipo sicológicas para llevar adelante nuestros proyectos.

Para reducir costos personales y de las empresas -sobre todo en estos días de cambios de gobierno, ajustes y austeridad republicana, especulaciones repetidas y encarnizada competencia-, es menester reflexionar antes de actuar, para que todo resulte menos agotador y más productivo. Es fácil planteárselo y hasta sencillo de ejecutar si seguimos algunas sugerencias que debemos invertir en beneficio propio y ajeno.

Empiezo por decir que ‘ser bastante bueno’ no es suficiente en un mundo como el actual, tan arduamente competitivo. Quienes ocupan puestos directivos son, seguramente, los que conocen mejor el medio. Es necesario, tomarse tiempo para ser meticulosos y conocer a fondo nuestro trabajo, porque lo superficial es y será, enemigo de la eficiencia. Necesitamos trabajar en equipo para lograr que las cosas salgan bien; para ello, es preciso darse tiempo para entender y cooperar con los demás.

Todos los que trabajan en una compañía, desde el mensajero hasta el director general, son responsables de dar y recibir órdenes con buen ánimo.

Muchos empiezan alguna tarea, pero siempre ganan los que la terminan. No nos confundamos ni lo hagamos con los demás, brincando de una tarea a otra; terminemos siempre lo que empezamos.

Emprender un negocio basado en simples conjeturas, arruinó muchos proyectos. Hay que invertir tiempo para conocer mejor los hechos, escuchando a las partes involucradas con criterio amplio; evitemos hacer juicios “al vapor” y pidamos consejos (o sugerencias, dependiendo de la susceptibilidad de cada uno), cuando no estemos seguros. Tomemos el tiempo suficiente para planificar. De esta forma, nuestro trabajo será más fácil, para nosotros y los demás. Hacemos mejor nuestro trabajo si comprendemos qué se espera de nosotros. Es importante entonces darse el tiempo necesario para explicar. Muchas veces sucede que las cosas que resultan fácilmente comprensibles para nosotros, no lo son para los demás que no han vivido nuestro entorno de experiencia, ni transitaron por los mismos problemas. Es vital emplear más tiempo para escuchar.

Notaremos que es la mejor manera de aprender y ganar experiencia, demostrando a los otros que estamos interesados en ellos y en sus ideas. Ser reconocidos por una tarea bien hecha, nos ayuda a esforzarnos aún más. Por ello, dejemos un momento lo que estamos haciendo, para reconocer y elogiar a quienes han hecho un trabajo sobresaliente. Cuanto más posterguemos un trabajo, más difícil resultará encararlo. Mejor tomarse el tiempo para hacerlo ahora. En ocasiones, todos nos equivocamos. De hecho, aprendemos mucho de nuestros errores, si los comprendemos y los corregimos, en lugar de dar falsas excusas. Admitamos y corrijamos nuestras equivocaciones, no le demos más ‘plazos inoportunos’.

Expresemos siempre nuestra opinión con honestidad y conocimiento sobre el tema. No actuemos como “yes man”. Si tenemos una idea, por más descabellada que la consideremos, expresémosla. Todos los negocios del mundo necesitan ideas u opiniones nuevas y constructivas. ¡En siglos pasados o en el 2019!

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