Por José A. Ciccone

Decía Carlos Gardel que “veinte años no es nada”, sin embargo si duplicamos esa cifra y la trasladamos a esta tierra generosa que nos permitió crecer y desarrollarnos como empresa, es un número fuerte a nuestros sentimientos y a nuestra carrera profesional.

No cabrían en este espacio la cantidad de agradecimientos obligados que le debo a tanta gente en Baja California, sin embargo, una manera concreta de hacerlo es seguir trabajando junto a mi equipo, que forman un todo lleno de pasión por lo que hacemos día con día.

Meterse en la piel de los clientes no es fácil, pero estamos obligados a hacerlo, convencerlos tampoco es tarea sencilla y de todas maneras debemos demostrarle con hechos que contratar a una agencia profesional es buen negocio, siempre será una buena inversión, sobre todo si ésta se alegra cuando las cosas van bien y se preocupa mucho si las ventas de las marcas que representamos se caen. Aunque todavía hay clientes que ven nuestro servicio como algo cosmético. Debo decir una vez más que esto no es así, porque las agencias pasamos a formar el equipo externo de ellos, con otra visión pero con los mismos intereses, preocupaciones y alegrías cuando se trata de representar a una firma comercial, sus productos y servicios.

En este avanzado 2019, en nuestro plantel de profesionales predomina la juventud, esa que ni siquiera había nacido cuando Médicis salió al mercado, la misma que hoy demuestra sobrada pericia en el manejo de las técnicas y herramientas modernas. Hacen del marketing digital con sus redes, milagros de alcance y efectividad con el consumidor. Ese team juvenil emparentado con la inmediatez y consustanciado con las necesidades actuales –y urgentes- de los clientes, en muchos casos jóvenes como ellos, que exigen resultados, casi a la misma velocidad con que entregan un buen brief. Es ahí donde recordamos que el buen servicio sigue siendo el rey de cualquier trato comercial del giro que éste sea. El nuestro es un ámbito en el que las cosas avanzan más rápido que los hombres, extraño tiempo el que vivimos, nos impone la aceleración como sistema y el olvido como método de aprendizaje, a partir de la atomización que se hace de los mensajes, mezclados con otros millones de textos breves e imágenes que dicen otras cosas; pintan otros colores, reflejados con prisa y sin pausa en nuestros móviles y computadoras.

En materia de comunicación política, staff y clientes, aprendimos juntos que cuanto más elemental es el mensaje, cuanto más sabido, mayores serán las facilidades otorgadas para su buen tránsito. Es la razón por la cual la comunicación ama los tratamientos fáciles de entender y digerir. Su tempo no tolera el pensamiento lento. Su unidad de sentido y de medida es la escena rápida, allí donde se pueda captar el pequeño gesto, la congoja breve o el grito que lo diga todo de una sola vez. En la presentación del fragmento y brevedad como totalidad, el acto comunicativo hace maravillas.

Con todo este camino recorrido, hoy recordamos aquel 4 de octubre de 1979 cuando tres jóvenes iniciaron Médicis, con más ganas y pasión que experiencia, emprendimos este arduo y bendito camino de la comunicación publicitaria con todas sus variantes.

La publicidad nos enseñó varias cosas, por ejemplo a convivir en el escenario comercial con la comedia y el drama. A caminar con la moderación y empujar con la pasión. A salir en búsqueda de la perfección y encontrarnos con los humanos límites de la creación. A descubrir talentos nuevos y darles cauce. Todo se lo debemos a esta profesión y si ella nos enseñó a vivir, nuestro deber es ayudarla a sobrevivir. Posicionándola más allá de los negocios inmediatos, haciéndola convivir con la ética sin descuidar la estética. Despojándola de intenciones compulsivas que, paradójicamente, la debilitan y destruyen.

Así llegamos a estas cuatro décadas de actividades, donde uno de los tres sigue haciendo tarea firme desde su agencia en Querétaro, nosotros desde esta inquietante, crecida y generosa frontera que compartimos en las dos Californias, con mi esposa e hijo del lado de las barras con las estrellas y el tercero, que siempre será el primero, fue el que se nos adelantó para guiarnos desde arriba, el querido Alfredo, el maestro de todos, el brillante y explosivo talento hecho persona, el que nos enseñó que el genio creativo si se queda adentro de la lámpara, no sirve, hay que frotarla todos los días y en lugar de pedirle, darle con ganas al brillo para lograr los propósitos y compartirlos con los clientes y amigos que en definitiva, son quienes confiaron en nosotros.

Un gracias enorme a todos por dejarnos luchar, ser y crear, los abrazo con emoción.

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